“La felicidad es el significado y el propósito de la vida, todo el objetivo y el fin de la existencia humana”
Aristóteles
Cuenta la historia que, en el principio de los tiempos, los dioses y diosas se reunieron luego de crear al hombre y a la mujer haciéndolos a su imagen y semejanza.
Sin embargo, uno de ell@s con un tono levemente apesadumbrado, pero con la intensidad de una tormenta de verano esgrimió:
- L@s hemos creado a nuestra imagen y semejanza, con un cuerpo igual al nuestro y una fuerza e inteligencia igual a la nuestra, ¿no deberíamos pensar en algo que los diferencie de nosotr@s? De lo contrario ellos se darán cuenta y querrán ser dioses y diosas también.
Luego de mucho pensar y discutir, una de ell@s dijo:
– Ya sé, les quitaremos la felicidad.
– Pero… ¿dónde vamos a esconderla? – preguntó otro.
– Vamos a esconderla en la cima de la montaña más alta del mundo respondieron algunos.
– No creo que sea una buena idea, con su fuerza acabarán por encontrarla.
– Entonces… podremos esconderla en el fondo del océano.
– No – muy raudamente aseveró otro– recuerda que les daremos inteligencia, con la cual, tarde o temprano tendrán los medios para descender a lo profundo del océano y alcanzarla.
– ¿Por qué no la escondemos en otro planeta que no sea la tierra? – exclamó el más racional de todos ell@s.
– Tampoco creo que sea buena idea, porque llegará un día que desarrollarán una tecnología que les permita viajar a otros planetas consiguiendo alcanzar la felicidad y ser iguales a nosotros –Concluyeron casi a coro.
En un rincón en lo oscuro del salón, uno de los dioses, que había permanecido en silencio todo el tiempo y había escuchado con mucha atención todas las alternativas sentenció:
– Creo saber el lugar perfecto para esconder la felicidad en donde nunca más será encontrada.
El silencio absoluto se adueñó del lugar y todos mirándolo asombrados, preguntaron:
– ¿Dónde?
– La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán.
Desde entonces el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin darse cuenta de que la lleva consigo.
Este cuento que se piensa sufí nos hace recordar que dentro de nosotros mismos se encuentran las respuestas, que con nuestros pensamientos y emociones somos capaces de construir realidad.
Pensamos y sentimos como consciente o inconscientemente elegimos hacerlo y es nuestra responsabilidad buscar nuestra propia felicidad.
La felicidad comienza en el presente, en presencia de uno mismo y de la aceptación de todos lo que pensamos y sentimos ya que somos nosotros expresándonos, siendo en el único instante de vida que tenemos, el hoy.
Esta felicidad devendrá como regalo al darnos cuenta que es una elección finalmente interna, no una búsqueda externa.
La felicidad se hará presente cuando el autoconocimiento, la aceptación, la valoración de uno mismo traigan a su mesa el AMOR PROPIO.
Un proverbio budista nos dice: “Puedes desear ser feliz o tener la razón”
¿Y tú…… que deseas?