Del Amor a uno mismo

Amarse uno mismo es el principio de una eterna historia de amor”

Oscar Wylde

Cuenta una antigua historia, que el aguador de un lejano reino de la India, solía llevar el agua al palacio, cargando en sus hombros dos grandes recipientes que colgaban de los extremos de un palo.

Mientras uno de estos recipientes, estaba sano y podía conservar toda el agua durante el largo camino a pie, que el hombre hacia desde el río hasta el palacio; el otro en cambio, tenía varios agujeros y solo podía conservar al final del trayecto, la mitad del agua.

Día tras día, ocurría lo mismo, por lo que la vasija sin agujeros estaba muy orgullosa de sus logros, dado que se reconocía perfecta para los fines que había sido creada.

 Sin embargo, la vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía inútil y miserable ya que solo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía, era su obligación.

Luego de años, ésta, ya cansada de si misma, le habló al aguador diciéndole:


– Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis agujeros solo puedes entregar la mitad de mi carga y debes hacer más viajes para poder abastecer de agua al palacio.

El aguador con palabras muy firmes, le dijo:


– Cuando regresemos a la casa quiero que prestes atención a las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino.

La vasija obedeció el pedido y en efecto vio muchísimas flores hermosas a lo largo del trayecto que diariamente realizaban, pero de todos modos la pena la embargó al recordar, que sólo quedaba dentro de sí, la mitad del agua que debía llevar.

El aguador observando esto, muy amorosamente le preguntó:


– ¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino?

– Siempre he sabido de tus agujeros y he querido sacar lo mejor de ello, por esto sembré flores a lo largo del camino por donde vas y sin verlo, todos los días, las has regado.

– Durante estos años, no solo he servido al rey con mi labor de aguador junto a ti, sino que he podido cultivar todas estas hermosas flores para embellecer el reino.

– Si no fueras exactamente cómo eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear tal milagro.

«Todos los amores van hacia el amor propio, como los ríos al océano»

Eleuterio Manero

En el devenir de nuestra historia, conoceremos un gran número de personas y experimentaremos un sinfín de experiencias.

Entre todos estos eventos y personas, habrá un único común denominador, nosotros mismos.

Somos nosotros, las personas más importantes que conoceremos en nuestra vida y es por esto un pilar fundamental del bienestar propio, mantener un equilibrio interior que nazca del amor a nosotros mismos y en conexión con nuestra propia esencia.

Para ello, tomando las palabras del reconocido conferencista argentino Roberto Perez, es necesario trabajar en 3 aspectos:

  • Aceptarse: Conocerse y Valorarse

La aceptación comienza con el conocimiento de quien soy, como pienso, siento, mis fortalezas y mis debilidades para conducirme y lograr lo que necesito, pero también involucra valorarme; aprender que todo eso que soy, es importante, abrazando no solo mi presente sino también mi pasado, para construir mi autoestima y trabajar en el futuro que anhelo.

  • Enriquecerse: Alimentarse y Gobernarse

Enriquecerse implica alimentarme, nutrirme no solo físicamente sino intelectual y emocionalmente. Darme los conocimientos, pensamientos y emociones que sean más beneficiosas para mi desarrollo y estabilidad. Así mismo, enriquecerse también implica la responsabilidad de gobernarse, de elegir y decidir con madurez que, y quienes colaboran con este crecimiento, así como los que no, para lograr el equilibrio necesario.

  • Darse: Abrirse y entregarse

El ser humano por la naturaleza es gregario, por lo que para poder crecer más allá de si mismo, se apalanca en la interdependencia con otros seres humanos. Para ello es importante abrirse a los demás, a nuevas ideas y experiencias para enriquecerse con ellas y así mismo, entregarse también desde esa apertura a compartir con los demás como pensamos, sentimos y a actuar en consecuencia, para construir colectivamente un futuro mejor.

 Nuestro amor propio devendrá cuando cada uno de nosotros entienda que hoy es como es y que tiene sus propios “agujeros”.

Lo importante no es no tenerlos, sino aceptarlos y aprovecharlos para construir los resultados que esperamos y florecer.

Mauricio Perrone © 2024. Todos los derechos reservados.