‘‘El precio de la grandeza es la responsabilidad”
Winston Churchill
Cuenta un mito helénico que Sísifo, rey de Efira, había engañado numerosas veces a los Dioses cuando estos decidieron imponerle un castigo ejemplar que sirviera a toda la humanidad.
Dicho condena, llevaba al rey no solo a perder la vista sino a cargar sobre su espalda, una pesada piedra en una montaña empinada. Al llegar a la cúspide, esta gran roca volvería a caer, para que él nuevamente volviera a subirla, repitiendo esto por toda la eternidad.
A pesar del grandioso esfuerzo que Sísifo debía afrontar a diario por la pesada carga a transportar, los Dioses con recelo podian observar que esbozaba una sonrisa. Cuando habiendo terminado de empujar la roca y aún no tienendo que comenzar de nuevo, podía imaginar que la belleza del amanecer estaba allí y experimentar la libertad durante un breve instante.
¿Cuantas veces en nuestra vida sentimos repetir una situación o una experiencia y cargamos el peso de la misma como una condena?
El mito de Sísifo, nos permite entender que, así como él y otros héroes míticos tuvieron que soportar diferentes pruebas o castigos a los que eran impuestos para conseguir libertad, hoy en día en el mundo contemporáneo, las personas nos vemos frente a los diferentes pruebas que la vida nos pone enfrente y que poco a poco los seres humanos comienzamos a entendernos como los únicos con el poder para hacerlo, estando dispuestos a superarlas con convicción.
Nuestro transcurrir en este mundo está y seguirá estando lleno de eventos, los cuales podrán gustarnos mas o menos pero lo importante no es que ocurran o que no, lo importante es que hacemos con ellos.
Es por esto que en tiempos como los actuales, es importante volver a la filosofia antigua y traer a nosotros el concepto de Ataraxia.
Con este concepto, los griegos hablan de una imperturbabilidad, aquella tranquilidad de espíritu que no solo nos permita abstraernos de esos profundos sentimientos que no nos gustan y así reconocerlos y entenderlos, sino que nos permita vivir el presente, el aquí y ahora, utilizando lo que la vida nos traiga a nuestro favor.
Quizás esa piedra que cargamos sea el estímulo que necesitamos para aprender algo mas de nosotros mismos, poder reconocernos y aceptar que en el único momento de vida disponible que tenemos y aun estando ciegos, al llegar nuevamente a la cima, nos demos cuenta que a pesar que volvemos a repetir lo que hemos hecho una y otra vez , podemos vernos y eso significa comenzar a respirar la libertad, darnos cuenta de que seguimos siendo constructores de nuestro destino y que lo primero necesario es ver, ser conscientes de donde estamos, como sentimos, pensamos y actuamos.
Este ejercicio es arduo pero es la manera tal como Sisifo de respirar ese instante de responsabilidad, de esa libertad que nos permita entender que juzgar la realidad no lleva a cambiarla sino que hay que ver para luego actuar sobre ella.
Aceptar lo que nos toca no es conformismo, es entregarse al hoy para poder soltar, no gastar nuestra energía en cosas que no podemos controlar, es pasar de preocuparse a ocuparse y volvernos actores principales en nuestra obra de vida.