“Conocer a los demás es sabiduría, conocerse uno mismo es iluminación”
Lao Tse
Desarrollando el concepto de Inteligencia Emocional podemos observar que dentro de las habilidades prácticas que presenta, existen 3 de ellas que se consideran intrapersonales; el autoconocimiento, el autocontrol y la automotivación. En este post nos referiremos a la primera de ellas que se refiere al conocimiento de uno mismo.
Según Goleman, el autoconocimiento es una competencia que nos permite conectarnos con nuestras creencias subyacentes, supuestos, valores y conocer qué nos conduce a ellos. Esta conexión nos ayuda a estar alineados con nuestras motivaciones verdaderas y nos guía a trabajos que nos motivan y nos hacen más productivos siendo clave para comunicar nuestros sentimientos a otras personas.
Si buscáramos un común denominador a lo largo de nuestra vida nos daríamos cuenta que la única variable que encontraremos en cada instante de la misma, somos nosotros mismos.
Los seres humanos pensamos, sentimos, decimos y actuamos en función de todo lo que hemos aprendido de lo que nos enseñaron y de lo que hemos podido experimentar y entender de nuestra experiencia de vida.
¿Pero realmente conocemos la razón de que pensemos y sintamos como lo hacemos?
Ciertos estados emocionales pueden condicionar nuestra conducta, nuestros pensamientos y hasta el estado de ánimo que tengamos. Si nosotros nos reconocemos como responsables de construir nuestra realidad, poder darnos cuenta y reconocer qué nos duele y dónde nos duele, nos permitirá poner en práctica una adecuada regulación emocional y ser mucho más efectivos en la relación con los demás y en nuestra vida en general.
Reconociéndonos como creadores y creación a la vez, entenderemos que conocer nuestra principal herramienta de construcción (nosotros mismos) nos llevara a ser mucho más certeros con lo que queremos lograr, así como a poder reconocer y comprender cual es la necesidad o motivación para intentar alcanzarlo.
Para hacer este necesario trabajo hacia el interior de uno mismo, necesitamos:
- Conciencia emocional: Identificar las propias emociones, así como las razones de su aparición.
Las emociones son únicamente señales que nos alertan de que algo está sucediendo.
Sin embargo, somos nosotros los que decidimos qué se hace con esas emociones, podemos dejarnos embargar por las mismas y actuarlas de forma inconsciente o podemos discernir de forma consciente sobre el efecto que podrían generar y desde allí tomar decisiones.
- Autovaloración: Conocer fortalezas y debilidades de uno mismo.
Conocer las características de nuestra personalidad que nos permiten generar un mayor impacto en nuestras vidas implica poder poner nuestra energía consciente en ella amplificando esas fortalezas y junto con ello entender esas características nuestras que son como fuerzas de rozamiento hacia el cometido de nuestros objetivos para poder menguarlas.
Citando a Pareto “el 20% de lo que hacemos genera el 80% del resultado”
Por tanto, conocer todos nuestros recursos nos permite utilizarlos de forma consciente.
Trabajar en una imagen más positiva y amorosa de nosotros mismos contribuye a generar una mayor autoconfianza y un reconocimiento de la responsabilidad en lo que construimos ya sea por acción u omisión.
- Autoconfianza: Poseer un fuerte sentido del propio valor de uno mismo y la capacidad de trabajar para conseguir lo que anhelamos.
En momentos de la vida en que estamos bajo una tormenta, es importante tener una actitud positiva manteniendo la seguridad y la confianza en uno mismo en que poseemos los recursos necesarios para afrontarla y que, aunque así no los tuviéramos, tenemos la capacidad de trabajar para conseguirlos.
Muchas veces en la vida encontraremos esos desafíos que nos generen un punto de tensión en el que debamos poner nuestra capacidad para surcarlos, es allí donde la fe en nosotros nos permite enfocarnos y avanzar.
Como en un círculo virtuoso, solo si creemos en nosotros mismos, conociéndonos y autovalorándonos de forma positiva, podremos crear la realidad que anhelamos y desde allí crecer para volver a creer con mayor profundidad en nuestros sueños y en nuestro poder interior.